Uno de los tratamientos que se piden con más frecuencia a la hora de reparar un ordenador es formatear el ordenador. Se considera incluso la panacea para arreglar mágicamente los problemas de un equipo. Es normal: si el problema es de software, formatear el ordenador no sólo lo arregla: lo destruye. Expliquemos cómo y por qué formatear un ordenador.
¿Qué es formatear un ordenador?
Vamos a dejarlo claro: los ordenadores no se formatean. Realmente lo que formateamos es un disco, y para ser del todo precisos, lo que formateamos es una partición del disco. Formatear, en la práctica, es equivalente a dar formato.
Cada partición suele tener un sistema de archivos, que no es sino el modo de organizar los archivos dentro de un disco, y de darles significado. Sin un sistema de archivos, una partición no es sino una ristra de bytes. Formatear una partición es crear el sistema de archivos como tal, que son las estructuras necesarias para poder utilizar una partición como la conocemos (con la abstracción relacionada con ficheros, directorios y demás).
Formatear una partición tiene un efecto colateral: lo que hacemos es crear las estructuras de un sistema de archivos, quizá eliminando las previamente existentes. Y los ficheros no tienen significado sin un sistema de ficheros que se lo dé. Por lo que formatear una partición acarrea la pérdida de todos los datos que esta partición contenga. Realmente los datos siguen ahí y se pueden recuperar, pero es bastante complicado porque no tienen significado, y la aplicación encargada de recuperarlos tiene que imaginárselo.
El formateo a bajo nivel va un poco más allá, eliminando directamente los datos y machacándolos, escribiendo ceros encima, incluso varias veces.
¿Cómo se formatea un disco?
Tenemos distintos modos de formatear un disco desde todos los sistemas operativos. Sin ir más lejos, en la ventana «Equipo» (o «Mi PC») de Windows, al pulsar con el botón derecho sobre el icono de un disco duro, unidad USB o disquete veremos una opción que dice «Formatear», y que funcionará siempre que no sea el disco en el que está instalado Windows.
El administrador de volúmenes y particiones (que ya os enseñamos cuando os contamos el proceso para crear una partición en el disco duro) también permite formatear un volumen, con las mismas condiciones. Otras herramientas como Partition Magic permiten hacerlo también.
En OS X podemos usar la Utilidad de Discos, y en Linux hay herramientas como gParted (que también podemos descargar como un live CD) o QtParted.
¿Para qué se formatea un disco?
Formatear un disco es un paso necesario en la mayoría de instalaciones de sistemas operativos (aunque sí que es cierto que el instalador puede ofrecer la opción de instalarlo sin formatear el disco, conservando de este modo los datos -y potenciales problemas- de la instalación anterior). Es más, si lo que buscas es formatear el disco para instalar Windows o Ubuntu «desde cero», con el disco totalmente limpio, basta con que inicies el instalador desde el CD (iniciando el ordenador con el disco), dado que aparecerá la opción en uno de los pasos.
Otra opción es porque queremos limpiar un disco para poder usarlo para otra cosa, como copias de seguridad. En este caso da igual qué tipo de formato demos (aunque el sistema de archivos sí que importa; hablaremos de ello), aunque si hacemos el formato rápido perderemos algo de rendimiento a largo plazo.
La otra opción es formatear un disco porque vamos a venderlo o a regalarlo; en este caso lo ideal es que hagamos el formateo que no es rápido (es decir, el que es a bajo nivel), dado que de ese modo reducimos (o eliminamos) las posibilidades de recuperar a datos potencialmente confidenciales.
Imagen | ingeniero.creativo
Gracias por el post. Muy bien explicado. Muchos usuarios piensan que al formatear sus datos desaparecen, así que es muy interesante que incidas en que es el formateo de bajo nivel el único que realmente borra la información.
Saludos