Windows, tradicionalmente, tiene cierta fama (inmerecida en muchas ocasiones, por otro lado) de ir degradándose con el tiempo, al ir instalando y desinstalando programas que dejan más residuos de la cuenta. Y los administradores de sistemas verían con muy buenos ojos una tecnología que permitiera que el sistema operativo del ordenador y sus programas estuvieran siempre como el primer día. Aquí está el sueño hecho realidad: Deep Freeze.
Deep Freeze funciona de una manera razonablemente simple. Una vez tengamos un ordenador con un estado en el que queramos que se mantenga indefinidamente, basta con instalar la aplicación y congelar la máquina. A partir de ese momento, todo lo que ocurra en cada sesión desaparecerá al apagar el ordenador, siempre que no haya sido guardado convenientemente. ¿Infectado por malware? Se limpiará sin problema. ¿Programas no deseados? Desaparecerán al reiniciar.
Para ser del todo justos, no todo tiene por qué desaparecer. Podemos establecer ThawSpaces, que son espacios descongelados (en la jerga de Deep Freeze) donde guardar información que se conserva entre reinicios. Pero estos ThawSpaces son limitados, y autocontenidos dentro de un sandbox. La otra opción es obligar a los usuarios a almacenar la información en discos externos, o en una unidad de red. Es ideal también para esos escenarios en los que el directorio de inicio de un usuario está almacenado en un servidor de red, y el resto de máquinas son poco más que clientes tontos.
Quizá sea matar moscas a cañonazos para nuestro ordenador de casa, pero si estamos encargados de mantener la seguridad de una red de ordenadores podemos decir que Deep Freeze es la herramienta que buscamos. Podemos incluso, mediante la consola de administración, programar la instalación de actualizaciones durante el tiempo en que nuestras máquinas estén descongeladas.
La verdadera pega de Deep Freeze es que no es una herramienta gratuita. Pero es bueno saber que tienen versión estándar, para Mac, para empresas y para servidores.