Hace muchos, muchos años, era casi imposible instalar Windows en un Mac. Y de hecho esta era la razón por las que, para muchos, los ordenadores de Apple no eran ni siquiera una opción. Las razones eran de hardware: los procesadores eran incompatibles entre sí (los PC utilizaban plataforma IA–32 o Intel64, CISC, mientras que los Mac utilizaban plataformas PowerPC, RISC; las diferencias entre RISC y CISC son casi insalvables). Pero esto ahora no es así: los Mac, desde 2005, soportan Windows de manera oficial. Conoce Bootcamp.
Bootcamp es, básicamente, una forma fácil de configurar un arranque dual de OS X y Windows en el mismo ordenador. El bootloader de los ordenadores Mac es un poco especial, en el sentido de que no utilizan una BIOS como la podríamos conocer. Por ello es mejor no jugárnosla al instalar Windows, no vaya a ser que dejemos de poder arrancar OS X.
¿Cuál es el punto fuerte de Bootcamp? Su facilidad. Básicamente hay que:
- Descargar una ISO de Windows (o tener un pen drive con la ISO ya creada; recordad que es muy fácil crear un USB de instalación de Windows).
- Seguir el asistente hasta el final. El asistente se encargará de crear una partición del tamaño que le indiquemos. Luego el ordenador se reiniciará.
- En el menú de arranque, seleccionamos Windows. Arrancará el instalador de Windows que conocemos, y únicamente tenemos que seleccionar “Windows” como destino de la instalación.
- Instalamos Windows. Como siempre.
Para, más adelante, iniciar nuestro ordenador en Windows deberemos acceder al panel “Disco de arranque” del panel de preferencias de OS X, para así seleccionar el disco de Windows. Si queremos después iniciar el ordenador con OS X, deberemos hacer lo mismo, pero con el elemento de Boot Camp de la bandeja de sistema (los iconos de al lado del reloj en la barra de tareas de Windows) y seleccionar OS X.
Esta opción no acarrea ninguna pérdida de rendimiento ni nada parecido, dado que es, literalmente, instalar Windows en el ordenador, sin ninguna capa intermedia. Boot Camp lo que hace, básicamente, es ponerlo todo a punto, para que no tengamos que pelearnos con particiones ni nada parecido.
Otras opciones
Otras opciones que no requieren la instalación ni el particionado del disco son, por ejemplo, la virtualización utilizando Paralells o VirtualBox. La primera herramienta no es gratuita, pero es la que se integra mejor con el escritorio de OS X (pudiendo ejecutar ambos sistemas operativos a la vez). La segunda es de código abierto casi en su totalidad, pero se integra algo peor.
Otra opción es CrossOver: una reimplementación de ciertas librerías de Windows para permitir ejecutar las aplicaciones de Windows en OS X de manera nativa. Es una solución similar a la de WINE.
Como vemos, ya no hay excusas. Tu Mac soporta Windows. Y no me refiero a la clásica broma.