Si hay un juego típico de esas tardes de verano en un cibercafé (o al menos de las tardes que yo pasaba hace años en el cibercafé de mi pueblo) es el Counter-Strike: Source. No es el mismo que el Counter-Strike y, desde luego, merece la pena conocerlo -y jugarlo.
Si Counter-Strike surgió como una especie de mod de Half Life, Counter-Strike: Source no podía sino ser una especie de mod de Half Life 2. Estaba desarrollado el motor gráfico Source, que incluía bastantes mejoras con respecto a la versión anterior: por ejemplo, ahora, cuando un objeto colisionaba, colisionaba con el cuerpo y con su forma, y no con una caja que lo rodeara. Esto es interesante porque según el miembro herido también cambiaban los puntos de daño que recibía el jugador.
Incluía una gran variedad de armas y elementos defensivos como chalecos antibalas, aunque confieso que no tengo mucha idea sobre armas. No es mi tema preferido. Solo recuerdo que podía comprar algunas de ellas con las que siempre era capaz de matar a mis enemigos. Bueno, siempre no; únicamente cuando era mejor jugador (o tenía más suerte) que los amigos con los que jugaba. El Counter Strike es un buen juego para jugar en red local.
Aunque os confesaré que lo que más me gustaba de Counter-Strike: Source era probar mods. El editor de mapas del SDK de Source permitía a cualquiera (o casi cualquiera) crear mapas para Counter Strike que extendían el juego hasta límites casi inimaginables. ¿Querías que el juego se convirtiera en algo parecido a un RPG? Era posible. ¿Querías esquivar bolas? Podías. ¿Apocalipsis zombie? Estaba. ¿Escondite? Por supuesto. ¿Jugar al fútbol y marcar goles con el cuchillo? Yes, you can*.
El juego no es gratuito, eso sí. A cambio funciona en Windows, Linux y OS X de manera oficial. Pocos juegos he disfrutado más que el Counter-Strike: Source. ¿Y vosotros?