Ideas. Por nuestra mente caminan, corren, se deslizan y vuelan miles de ideas a lo largo del día. Y alguna de esas ideas quizá acabe plasmada en una libreta o, si eres digital, en un documento. Pues puede que alguna vez hayáis pensado en cómo proteger tus documentos para que nadie pueda leerlos. Vamos a ver un puñado de formas.
El truco rápido: Zip con contraseña
Podemos utilizar un formato contenedor como un archivo Zip (incluso ignorando la compresión) que, a la vez, puede ir cifrado. WinZip, por ejemplo, ofrece soporte para dos tipos de cifrado distintos: AES y WinZip 2.0. El segundo formato es muy débil y, a estas alturas, existen cantidad de herramientas gratuitas para recuperar los archivos en el interior de estos contenedores, como Zip Password Finder.
Con el cifrado AES de WinZip ya entramos en otra liga. Estamos hablando de algoritmos muy seguros que pueden utilizar claves de 128 o 256 bits, por lo que por fuerza bruta quizá podríamos conseguir la contraseña, pero tardaríamos mucho tiempo. Este cifrado, además, es posible utilizarlo con otras utilidades, por lo que no es necesario ser usuario de WinZip (que no es una utilidad gratuita).
Quien dice Zip, por cierto, dice RAR. Y quien dice WinZip dice WinRAR.
Contraseñas en el programa que lo creó
Programas como Microsoft Word permiten proteger el contenido de un documento con contraseña, solicitándola a la hora de abrirlo o, si queremos que se vea pero no pueda modificarse, a la hora de modificarlo. Es muy sencillo; basta abrir el documento que queremos cifrar, ir a la pestaña «Archivo» y en la sección «Información» pulsamos en «Proteger documento» y luego en «Cifrar con contraseña».
Este método puede ser suficiente pero tiene un problema: existen utilidades desarrolladas específicamente para obtener las contraseñas como Word Password Recovery, por lo que si tu versión de Office es antigua puede que el cifrado no sea eficaz. En versiones más recientes se usan algoritmos más conocidos y seguros como AES, por lo que podemos considerar que nuestros documentos son seguros.
Otras alternativas a Microsoft Word como LibreOffice también ofrecen opciones similares. Aunque existe un problema: puede que aplicaciones distintas o versiones anteriores sean incapaces de descifrar un documento, en tanto que el cifrado puede que no esté especificado en el formato y sea algo específico de las aplicaciones. Por ello puede ser interesante cifrar los archivos desde fuera de la aplicación.
Con herramientas específicas
Hay muchas herramientas para cifrar archivos y carpetas disponibles para todas las plataformas. Sin ir más lejos, PGP es el estándar de facto a la hora de proteger archivos y hay cientos de implementaciones como Gpg4win o Portable PGP.
Otro de los más populares es TrueCrypt pero la filtración de datos de Edward Snowden del año pasado despertó sospechas sobre su seguridad, por lo que en la actualidad no se recomienda utilizarlo. No obstante TrueCrypt es seguro para los usuarios de a pie; son los gobiernos los que en todo caso tendrían acceso a estos archivos. Y es bastante más fácil de usar.
Imagen | Alexandre Dulaunoy