¿Alguna vez os habéis quedado sin tinta en vuestra impresora? Lo más seguro es que sí. Si no, tenéis el secreto de los cartuchos infinitos y no deberíais decírselo a nadie, por si algún gobierno os lo quiere robar. Sea lo que sea, si sois como la gran mayoría de los mortales y tenéis que cambiar los cartuchos de vuestra impresora, tened en cuenta que hay tres pasos que seguir, siempre, sea cual sea vuestra impresora. Veamos.
Localiza marca y modelo exactos de la impresora
Es importante, para cambiar los cartuchos de la impresora, que sepas qué impresora tienes. Localiza la marca y el modelo, o al menos la marca y el número de cartucho que utiliza. No vale que vayas a la tienda y le digas al dependiente que tu impresora es blanca con rayas grises o que tiene los botones a la izquierda.
Si compraste la impresora tú mismo deberías conocer el modelo. Si te la regalaron, bueno, quizá podrías ser algo curioso o haberla elegido para ponerla en la carta de los Reyes Magos. Si, pese a ello, sigues sin conocer el modelo, puedes probar a mirar la caja de la impresora, o el nombre de la impresora en tu ordenador (busca en “Impresoras”, ese icono que está dentro del Panel de Control de Windows o del panel de Preferencias del Sistema de OS X).
El caso es que, una vez conocida marca y modelo, sí que puedes ir a la tienda para decirle que quieres comprar unos cartuchos concretos. Este es el segundo paso.
Hazte con cartuchos nuevos (o compatibles)
Una vez sepas qué impresora tienes, o qué cartuchos utiliza (suele bastar con abrir la impresora y sacar los cartuchos vacíos; los cartuchos suelen estar identificados con un número), deberéis acercaros a un centro comercial o tienda especializada a comprar los cartuchos nuevos. También me vale que los compréis por Internet.
Hay tiendas que venden, además de los cartuchos originales, cartuchos compatibles. Dejo a vuestra elección si comprar estos cartuchos compatibles a precio menor; yo siempre he comprado tóner compatible (soy de usar impresoras láser, en vez de las de chorro de tinta) y no he tenido nunca un problema.
El caso es que necesitáis comprar los cartuchos. O que os los regalen. Eso ya es problema vuestro.
Cámbialos: no debe ser difícil
Cambiar los cartuchos acaba siendo el paso más fácil de todos. Solo necesita un poco de maña. Imaginad que vuestra impresora se abre por delante: tendréis una tapa que retiraréis (por ejemplo abriéndola hacia abajo), y si la impresora está encendida pondrá delante de vuestros ojos los cartuchos de tinta. Si los empujáis hacia abajo presionando el borde superior, sonará “click” y podréis retirarlos. Nunca forcéis el mecanismo.
El proceso para ponerlos será, por tanto, inverso: deberéis colocarlos “un poco inclinados” hacia abajo y luego empujar hasta oír click, que será cuando sepáis que están encajados. Hay otros mecanismos más complejos, como por ejemplo abrir tapas, cerrar tapas… Hay mil y una impresoras en el mundo y cada una funciona de una forma. Revisad el manual.
Lo que sí que debéis tener claro es que la impresora no va a dejaros imprimir si no habéis colocado el cartucho bien. Veréis luces parpadeando y quizá un mensaje de error en vuestro PC. Así que podéis estar tranquilos en este sentido.
¿Hay alternativas?
¡Por supuesto que hay alternativas! Si no os gusta comprar cartuchos podéis aprender a rellenarlos vosotros mismos, aunque es poco ortodoxo. Hay tiendas donde puedes comprar kits con jeringuillas y tinta, y básicamente necesitamos algo más de maña para hacerlo. Teniendo en cuenta que la tinta de impresora es el líquido más caro del mundo (más que el petróleo, y cerca del precio de la sangre de unicornio del país de Narnia), puede ser interesante.
Otra opción son los kits que se están empezando a popularizar para transformar vuestros cartuchos de tinta en un sistema de alimentación continua, con depósitos enormes de tinta que además quedan fuera, y que simplemente tenéis que ir rellenando.
Evaluad qué opción es la que más os gusta. Yo soy partidario del láser; vosotros sabréis cómo queréis depilaros imprimir.